Románticas desatadas

Lectura adictiva

Las novelas románticas son una lectura adictiva.

Lo siento, me voy a poner borde. ¡Estoy hasta el gorro de tanta niñata publicando o colgando bodrios románticones y seudonovelas derivadas de fanfic!

El auge de la autopublicación tiene el inconveniente, a mi entender, de que al no estar sujeta a ningún tipo de filtro editorial con un mínimo criterio literario cualquiera puede publicar sus elucubraciones. Luego, si eres hábil con las redes sociales y cuentas con un buen número de amigos en el ciberespacio Amazón te coloca en los primeros puestos.

No quiero decir con esto que la edición tradicional es mejor, todos sabemos que a las editoriales les mueve prioritariamente un fin comercial y si un autor vende hacen la vista “muy gorda” a la calidad literaria de la obra. Simple y llanamente quiero dar rienda suelta a mi mosqueo. Porque la novela romántica me gusta y considero que hay títulos que puede estar por derecho propio entre las mejores obras de la literatura universal: Anna Karenina, Cumbres Borrascosas, Jane Eyre, Orgullo y Prejuicio, Romeo y Julieta ¡sí es un novelón romántico en toda regla, aunque termine con la muerte de los amantes! Y me dejo un montón, pero tampoco quiero hacer un listado exhaustivo, sino una simple referencia.

Cuando era niña mi madre me escondía las novelitas rosas de Corín Tellado que ella y mis tías leían y me descubrió el mundo de Julio Verne y Emilio Salgari, nunca se lo agradeceré bastante, pero el día que cayó en mis manos una de esas novelas escondidas me tiré todo el día leyendo totalmente enganchada. La señora Tellado era rematadamente buena creando mundos de ilusión. Luego me llegó la etapa intelectualoide y llegué a despreciar esas lecturas hasta que hace unos años volví a leer romántica y comprobé que el género había ganada en calidad y variedad. Danielle Steel, Jude Deveraux, Nora Roberts, Lisa Kleypas… Marian Keyes, Sophie Kinsella. Y las autoras españolas Pilar Cabero, Nieves Hidalgo, Ángeles Ibirika, Noelia Amarillo, Noe Casado incluso Megan Maxwell –en sus primeras novelas-, lo siento creo que la fama se le ha subido a la cabeza.

Insisto, que nadie se moleste, sé que me dejo muchas y muy buenas autoras por mencionar, pero lo que quiero transmitir es que la novela romántica no debe ni puede considerarse un género menor, salvo que la cantidad de malos escritos que últimamente se están prodigando lo consigan.

Posiblemente no soy quién para criticar que la persona que escribe quiera ver publicados sus trabajos. Yo escribo y, cómo a todos los escritores, me gustaría que los lectores se entusiasmaran con lo que hago; pero ¡por favor! antes de subir tu novela a una plataforma digital sométela a una lectura profesional, no sólo se la des a leer a tus amiguetes y familia, y sobre todo pregúntate si lo que has escrito no se parece demasiado a “Crepúsculo” o “50 sombras”, o si te has pasado de rosca con el almíbar o por el contrario con las escenitas de sexo tórrido.

Y sobre todo, por favor, por favor, respeta tu dignidad y la del resto de las mujeres.

Hace poco envié una carta a una editorial por publicar una novela (afortunadamente no era de una autora española) que a mi parecer hacía apología de la violencia machista.

Espero que nadie se sienta ofendida/o por el asunto, insisto que mi intención es prestigiar el género y me consta que entre tanta novelita del montón siempre hay deliciosas sorpresas. Lo que me gustaría –y es lo que yo me exijo a mí misma- es que, antes de publicar, la autora o autor juzgue su obra haciendo de “abogado del diablo” y saque de sí lo mejor. Además de crecer como escritor, le hará un gran favor a la novela romántica y a sus seguidores.

Detrás del cristal – Mayte Esteban

Una historia de amor de hoy

Mayte Esteban nos cuenta una historia de errores que concluyen en aciertos.

El amor en los tiempos que corren.

“… aunque sea más seguro, no podemos ver la vida desde detrás de un cristal. La vida es para vivir, si no te atreves a vivirla es como si ya estuvieras muerto…”

Me ha encantado está frase de la novela de Mayte Esteban, Detrás del cristal. Porque es tan real como los tiempos que corren: por muy difícil que veas todo, o que se te presente el camino, siempre hay que arriesgar; nunca quedarse mirando desde detrás de un cristal, resguardados y seguros, a que las cosas sucedan en tu vida. O, siendo más “castizos”, cómo decía mi abuela andaluza: “quien no se moja el culo no cruza el río”.

Ana Iriarte, la protagonista de Detrás del cristal, está en una situación límite. Y se arriesga, comete un tremendo error impulsada por las circunstancias… y la vida, por una vez, le brinda una nueva oportunidad. Al dejar lo que más le importa ante la puerta de un desconocido, se abre una nueva puerta para ella.

Andrés Gálvez es un ejecutivo de éxito, no tiene problemas económicos, su novia es una preciosa modelo a quién va a pedir matrimonio… su vida parece perfecta, justo lo contrario de la de Ana. Y de pronto todo se le derrumba. Pero un inesperado “regalo” en su puerta le salva de la desesperación y le impide –por primera vez- pensar en sí mismo y volcarse en un ser que le llena mucho más que las cosas superficiales y perfectas de las que se ha rodeado.

Ana y Andrés se equivocan al tomar sus decisiones, pero estas equivocaciones les abren otras posibilidades de acertar de pleno  y dar un giro a sus dos vidas que, sin ellos proponérselo,  se han cruzado por culpa de la inconsciencia pasajera de Ana.

Detrás del Cristal es una novela romántica actual y comprometida. Porque es algo que bien podría darse en la vida real dónde hoy muchas personas viven al límite de sus posibilidades económicas y personales. No todo en ella es dulce y sonriente cómo en las novelas románticas convencionales. Nuestra pareja se encuentra, parecen destinados estar juntos, pero saben que sus vidas no tienen nada que ver y deciden seguir en principio cada uno por su lado. Cómo, por lógica, se actúa en la realidad.

No voy a descubrir el final, os invito a leerlo y disfrutar no sólo con los avatares de Ana y Andrés, sino también con las situaciones de comedia americana que nos plantea Mayte y los personajes secundarios tan atractivos que les acompañan. Además de la trama principal donde nos presenta las historias cruzadas de los dos protagonistas, hay otras subtramas y personajes que tocan problemáticas tan actuales como el maltrato. Aunque no me ha terminado de convencer el modo literario de exponerlo, a mi entender demasiado convencional, no deja de ser destacable que se reseñe como forma de concienciar a los lectores sobre está gravísima lacra que sufre todavía nuestra sociedad.

FICHA TÉCNICA

Título: Detrás del cristal

Autor: Mayte Esteban

Editorial: Ediciones B (Vergara), 2014

Encuadernación: Tapa blanda – Páginas: 279

También puedes encontrarla en Amazon

Autora de Detrás del cristal.

Autora de Detrás del cristal.

BÍO:

Mayte Esteban nació en Guadalajara y reside actualmente en Segovia, licenciada en Geografía e Historia, es autora de cuatro novelas:
La arena del reloj (2011)
Su chico de alquiler (2011)
El medallón de la magia (2012)
Detrás del cristal, Premio RNR mejor novela sentimental 2013 (2013 y 2014 en Ediciones B).

Ha ganado dos premios en concursos de narraciones breves con los relatos La vida en papel (2008), una historia sobre sueños rotos y El reflejo (2009), ambientado en el Madrid del XVII es la historia inventada del cuadro de Velázquez, La Venus del espejo.

En la actualidad administra un blog, El espejo de la entrada, donde  habla de su trayectoria literaria, expone su particular manera de ver el mundo y reseña las novelas que va leyendo.

Para saber más de Mayte Esteban y su obra visita su blog elespejodelaentrada.blogspot.com

Los dulces anuncios de la Navidad

Los publicitarios aprendemos a contar buenas historias en 20” y terminamos plasmándolas en 200 páginas. #novela Promesas de Arena

Spot Tristón  1987

Tistón sólo quiere un amiguito

 

Navidad es sinónimo de anuncios de lotería, turrones, perfumes y juguetes. Mi primer anuncio navideño, hace ya unos cuantos años, recién salida de  la facultad allá a finales de los ochenta, fue el famoso “Tristón sólo quiere un amiguito”

Muchos lo recordaréis por la llorera que obligó a vuestros papás o abuelos a pelearse por el maldito muñeco en las tiendas –agotaron existencias-.

Era sentimentaloide a tope  pero funcionó. Algunos detractores lo tildaron de traumático para los niños por su desgarro emocional, sinceramente me pareció y me parece cargar las tintas, a fin de cuentas los creativos (Mario Vázquez Figueroa, Laura Garzón y Estudios Moro, en la realización) nos limitamos a seguir el guión trazado por las películas de Disney: apelar a la compasión y al altruismo humano. Hoy bien podría servir para recoger a tanto perro abandonado y maltratado que anda por ahí.

 Esta Navidad el anuncio de la Lotería Nacional también abusa de sentimientos y se está convirtiendo en viral, 

supera ya el millón de descargas en Youtube.

Mi enhorabuena a los creativos y al director –de cine- que lo han creado y desarrollado tan cuidadosamente. Hasta el claim es viral: “El mayor premio es compartirlo”. Y es que indefinitiva a lo que apela el spot es a la “bondad intrínseca del ser humano” que nos descubría Rousseau hace ya varios siglos. En el fondo somos buenos, compasivos, generosos y nos encanta que nos provoquen la lagrimilla. Por eso triunfan desde siempre los folletines, los culebrones sudamericanos de pro y las novelas de amor donde los protagonistas vencen todos los obstáculos y al final comen perdices. Y todo eso lo sabemos tanto publicitarios como escritores. Y nos encanta explotarlo, porque por muchos detractores que haya tenido mi Tristón, seguro que ellos también guardan con cariño al perrito, sino sobre su cama, en algún lugar de su armario. Y quiénes ahora vuelcan sus críticas sobre el spot de la Lotería  la primera vez que lo han visto ha tenido un nudo en la garganta y han suspirado de satisfacción ante el gesto altruista de Antonio, el propietario del bar.

Engancha y emociona.

Engancha y emociona.

Yo no reniego de mi Tristón, ni de este anuncio de la Lotería tan sentimental. Es bueno llorar, dejarse arrastrar por los sentimientos, ser generosos, ser humanos. Y como humanos decidir o elegir racionalmente nuestros actos y nuestro destino: gastarnos la pasta en un billete de lotería… o no, y no confiar en  la suerte. Esto es lo que hace Lucía, mi protagonista de Promesas de Arena: elige, superando sus propios sentimientos, y recibe su premio. Yo al final por fin me decidí a contar historias en doscientas páginas.