
Estoy harta de tanta ponzoña. Llevamos más de dos meses confinados por esta maldita pandemia global. Han muerto miles de personas, hay muchas más enfermas, nuestros sanitarios, aún desbordados, siguen luchando como leones. Fuerzas de seguridad, bomberos, protección civil, empleados de tiendas y limpieza, voluntarios… hay muchas personas que se arriesgan cada día para ayudar a los demás. Ayudar a la gran mayoría que estamos confinados en casa y cuya única obligación es justo eso, quedarnos en casa y seguir las indicaciones de quienes están gestionando el marrón que les ha tocado.

Harta de tanto veneno
Sí, MARRÓN. Porque, recordemos, esta desgracia es una pandemia global, la gran mayoría de los países están afectados. Todos las naciones andan desbordadas, nadie creía que la epidemia iba a alcanzar estás dimensiones. Cualquier gobierno es el primer interesado en sacar a su pueblo, cuanto antes y lo mejor posible, de está situación que arrasa vidas y economía. Lo lógico sería que los políticos, del partido que sean, colaboraran unidos en beneficio de sus votantes. Para analizar la gestión, para pedir responsabilidades, habrá de sobra tiempo cuando se supere la urgencia sanitaria. Y al final, están las urnas, y el voto democrático, que se supone sabe elegir a quienes gobiernan.
El COVID 19 no conoce fronteras ni regímenes políticos

Pues no. Políticos, medios de comunicación y personas aburridas, ignorantes, malintencionadas, indecentes, insolidarias, inconscientes… difunden bulos, mentiras, miedo, y llamamientos soterrados a golpes de estado en una situación ya crítica de por sí.
Quienes les apoyan y jalean, quienes responden a sus proclamas deberían pararse a pensar si por el hecho de cambiar gobernantes se derrotaría al virus. Pues NO, el COVID19 no conoce de partidos o colores. Sí sabe de cebarse en la sanidad mermada por los recortes y privatizaciones, en las residencias de mayores desprotegidas, en el hacinamiento y en la miseria.